
(A Armando)
Ya no recuerda el comienzo del camino,
ni el fin.
Desnudo de pesares y alegrías,
de causas y consecuencias...
No sabe si el camino fue simple o tortuoso,
ni si lo hubo.
Despreocupado de la historia, del devenir,
Despojado de culpas y abandonos,
Desviado de amar, de odiar, de trascender...
Le ha tocado distraerse del mundo
que acabó su tiempo.
Hoy es tallo húmedo
o hibisco frondoso.
Es piedra que el sol calienta
o inmenso acantilado.
Es leño que abrazan las llamas,
humo que se torna nube...
Cordillera nevada, copo, hielo;
diminuta partícula, astro, océano,
O todo ello.
Abstraído de preguntas,
acepta el calor sin desear la lluvia ni temer a la tormenta.
Ilumina intensamente sin miedo a perder el brillo,
Y, cuando hielo, no se aferra a su forma
preguntándose cómo será su agua.
Ni cuándo.
Siente. De infinitas formas eternas,
siente...y es.
Es esencia, raíz, savia , tronco...
Aunque sus hojas ya no estén.
Impresionante Cecilia. Sinceramente qué manera fantástica de contar lo que sentís, qué imágenes más acertadas. Me encantó.
ResponderEliminarY cuánta razón que hay en este poema, y cuánto pesar...
Gracias por compartir estas cosas tuyas con los demás, gracias por abrir tu alma.
Te dejo un abrazo apretado.
Ana Blanca Buquet L.
Gracias a ti. Me encanta que le haya llegado a una escritora tan sensible como tu. Un beso
ResponderEliminarFabulosas estas incursioones en la poesía, Ceci, te voy conociendo más cada vez. Hablo de ésta y de la de la mariposa, realmente conmovedora, Mucho. Felicitaciones. De a poco te seguiré leyendo con más tiempo.
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