

Subiendo y bajando, al anochecer, confluimos los 17 ( padres, hijos) en ese lugar oculto. La cabaña más grande fue centro de reunión. Tres hamacas colgantes se mecían suavemente al concierto de insectos, ranas, y demás cantantes nocturnos. Apenas alguna que otra lucecita tenue se posaba, discreta, en los morros. Unas caipiroskas relajantes, una picadita y a dormir.
Al abrir el postigo, respiré el verde exuberante. El sol naciente se desprendió del mar y envolvió mi pena en un abrazo tibio.
Entrelazo tu recuerdos con algunos míos.
ResponderEliminarGracias stella, me siento realizada desp de miles de intentos subí un video!
ResponderEliminarY gracias por el hada por mail!
Ceci ,qué riqueza de recursos técnico-bloggeros! Lo bueno de tu escritura , no me sorprende ya. Verdaderas felicitaciones.
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