domingo, 27 de septiembre de 2009

Piano piano





Dos pícaros aprendices de magos codiciaban la varita mágica del Maestro. Las de ellos echaban polvitos brillantes pero tenían poderes débiles. Un día, estando el Maestro ausente, le robaron su varita. Muy divertidos, se dedicaron a convertir a sus compañeros en sapos y culebras por un rato. Luego los transformaron en perros. Al fin, hartos de los ladridos, probaron suprimir el hechizo. No pudieron. Apenados, le contaron al Maestro. En penitencia, éste los transformó en gatos. Aún corren…

De la serie: “Sapos y Princesas” (4)

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